El futuro de la humanidad

EL CIELO DE MUNDIA. UNA BOVEDA NUEVA PARA EL FUTURO.

Siempre me gustó acercarme a los acantilados de Sierra Nevada, a contemplar el cielo hiperestrellado.

Sabía que había un par de noches al año en las que el firmamento se apagaba. Era digno de observar sin prisa no lo voy a negar, las reauroras son un fenómeno curioso.

Mi padre cuenta que su bisabuelo, o sea mi tatarabuelo Dimas, el que sigue conservado en el tubo de círclano esperando a que sus constantes se regeneren de alguna forma, conoció otro cielo.

Dice que aquel era un cielo usado como mapa por algunos aventureros, que surcaban el mar en pos de nuevos territorios, a la busqueda de emociones, de gloria. 

¿Te imaginas? ¿Surcar el mar en lugar de suspenderte en él?

Un mapa en las estrellas en lugar de usar la visualización como transporte…no sé si podría pasar tanto tiempo recluido en un mismo lugar.

¿Guiándose por las estrellas? ¡Con lo que cambian de lugar, cualquiera se arriesga, menudas son!

¿Nadie les había dicho que millones de estrellas impresionan al segundo, generando multitud de destellos y mundos distintos?

Bueno, también decía aquello de que tenían pelo en la cabeza y por no sé cuántas partes más del cuerpo. Y que necesitaban beber agua cada no sé cuánto tiempo.

Mi abuelo me dijo antes de guardarse para su recreación de “por siempre” que un tal Da Vinci, un loco que hacía cientos de cosas hace milenios, soñaba con volar.

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Da Vinci y el Universo por www.pixabay.com

Ha vuelto a cambiar el cuadrante sobre la meseta. El cielo es más negro aquí ahora.

¿Soñar?

A mi me gustaría soñar sin inducción externa. Me disgusta saber que los REM nos monitorizan. Aún no me queda claro si sólo limpian nuestros sueños o, si una vez que están dentro, se dedican a hacer alguna cosa más. Al menos, sigo teniendo el recuerdo de los míos, por ahora. 

Los cuentos de mi padre. La sonrisa de mi abuelo ya cada vez más difusa. Y el gesto altivo de mi tatarabuelo encerrado en ese tubo, que parece querer decirme algo, algo que sólo yo debo saber.

¿Volar? ¿Para qué?

Al abuelo de Mayris lo detuvieron una vez por extravionancia. Aparecieron como suelen hacerlo de la nada, y se lo llevaron sin más. Nunca hay posibilidad de defensa ante el Consejo. El control fronterizo está claro, y los impulsos neurológicos están ligados a Mátera, el ordenador central que recibe todas nuestras visualizaciones, todos nuestros deseos.

Ella decide cómo y dónde podemos estar, es incuestionable, básicamente porque no nos lo cuestionamos ninguno, es así. Siempre ha sido así. Al menos desde que yo tengo conciencia.

Conciencia: ¡Qué palabra más bonita! Con nosotros la ciencia. Tomar la ciencia. Experimentar la ciencia. Vivir la ciencia. Como ese ser vivo que es, con el que debes interactuar. De ti, hacia fuera, el entorno.

Mátera decide cómo y dónde podemos estar. No de una manera taxativa, pero sus impulsos te ayudan a tomar esas decisiones correctas para ti y para tu núcleo. Puedes recorrer cualquier lugar, pero no invadir los elementos naturales, eso está prohibido. Mátera se encarga de preservar tierra, aire y agua. Todos aprendimos lo que supuso para nosotros como especie el final del siglo XXII. No dejará que volvamos a repetirlo.

El tatarabuelo Dimas la diseñó bien.  

Me gustaría saber cómo era el cielo estático. Cuándo concertaron mi crea genética y acudí a la llamada de mis padres. Mundia ya era así y no tenemos archivos recuperables en el database de Mátera de la Mundia anterior.

Ni siquiera Da Vinci, la estación perennea del cuadrante ElCano que creó el bisabuelo, la mayor reserva de datos de nuestra civilización, guarda alguno. Todo desapareció.

Mi madre también se borró hace algunos nanomeses. Cuando yo estaba descrisalizando. Apagó sus ganas, al recibir un impulso desde la calénida de los REM.

Al parecer fue por culpa de un sueño antiguo de mi padre. Los REM no se lo permitieron. Desde entonces, mi padre no descansa buscando una fórmula para entrar en Davalon cerca de la sima del Moncayo, desde dónde operan los REM.

Según mi padre, con quien no hablo mucho porque siempre está en el laboratorio, era un experimento, un breve recuerdo de otro siglo. Un cuento de sus mayores, una imagen grabada en el reptiliano antes de que el tatarabuelo Dimas se entubara.

Todos los siderals obtenidos con las patentes de mis antepasados y los microbancor en los que se dispusieron, fueron destinados por cuatro generaciones de mi familia a conseguir despertarle. Para que nos explicara, para que nos permitiera ver y nos ayudara a comprender qué pasó con Mundia, con los REM, o con la propia Mátera. Yo prefería no pensar mucho en ello, no quería que me pasara como al abuelo de Mayris.

En lugar de respuestas, el tatarabuelo le dejó a mi padre aquellos sueños de hembras con pelo.

¡Podría haber sido alguna hembra de Lumia! ¡Algo un poco más real, aunque fuera imposible intercambiar fluidos! No. Tenía que dejarle imágenes de hembras humanas con pelo.

¿Qué tiene de atractivo el pelo? ¿ Por qué mi madre se borró?

¿Y por qué enviaron los REM un impulso a mi madre con algo tan irreal como una hembra con pelo?

Se mueven tanto estas estrellas, que parece que esté quieto por fin nuestro universo. ¡Qué inestabilidad tan deliciosa! Sentir la quietud, la calma, la paz.

¿Habrá probado alguien a entubarse con círclano como el tatarabuelo Dimas?

Yo quiero que me cuente como era el cielo, cuando se podían contar las estrellas, y había días y noches… y también que pasó con Mundia y con mi madre.

¿Qué pasó con mi madre?

A lo mejor con el círclano…antes de que me duerma.

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el cielo de Mundia, según www.pixabay.com

J.C. Sanchez
JC Sanchez
jcs@jcsanchez.eu
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