
15 Abr CÓMO APRENDER DE TUS METEDURAS DE PATA Y LUCHAR POR SER MEJOR ESCRITOR
No te voy a engañar. Este post, no era el que tenía preparado para hoy. Como recordarás si me lees habitualmente, hoy iba a hablarte de otra técnica para planificar tus novelas. Con ello seguía la secuencia que inicié la semana pasada con la Técnica de la Flor de Loto.
Pues lo vamos a dejar para la semana que viene.
¿Por qué?
Porque hoy sentía la necesidad de confesarme contigo, o de desahogarme, o de ambas, no lo sé muy bien.
Después de leer el post de Ana Katzen sobre Cómo los prejuicios pueden ayudarte a ser mejor escritor, me dije:
“J.C. algunos de estos los tienes a diario, y otros muchos más que Ana no ha recogido esta vez”.
¿Qué he buscado con mi blog desde que empecé?
Ayudar a aquellas personas que están como yo, a no cometer mis mismos errores.
¿Lo estás haciendo?
Puede ser. O puede que no.
No te voy a contar mi vida, no te preocupes, no pretendo aburrirte con ella.
Ni algunas de las cosas que ya he contado en post anteriores. No quiero repetirme, pero si me parece interesarte ponerte en situación.
“Está siendo duro, muy duro, muy difícil. Y no pasa un solo día sin que por la cabeza sobrevuele la idea de abandonar”.
¿Y sabes qué?
Que no soy el único. A todos nos pasa en algún momento.
Hoy, entregaba una entrevista. El post mensual con el que colaboro para la web de Factoría de Autores en el que Teo Palacios, escritor de novela histórica con cinco novelas publicadas, me decía:
[bctt tweet=»De escribir no se vive» username=»»]
Y no es para desmoralizarte, ni mucho menos, es para ser consecuente con las decisiones que tomas en un determinado momento. Y para que tengas todos los datos necesarios en la mochila antes de tomar decisiones que pueden traer consecuencias que a lo mejor no deseas.
Yo, ya sabes que tomé la decisión de abandonar mi empleo, bien remunerado, bien considerado, para dedicarme a esto.
Porque soñaba, y sueño, con escribir novelas, con hacer disfrutar, con divertir o generar sensaciones y emociones en aquellas personas que me leéis, con hacer pensar o simplemente con entretener.
A veces me digo a mí mismo que no lo consigo, porque no obtengo respuesta. Porque te sientes sólo, o predicando en el desierto, que es lo que es la red en muchas ocasiones: un vasto desierto en el que algunas veces encuentras un hermoso oasis en el que descansar.
Gloria T. Dauden, en una gran entrevista que le hace el compañero Jaume Vicent para su blog Excentrya, que es una pasada, viene a decir algo así como:
“Lo que más me gusta de internet es cuando habló con mis lectores y me cuentan qué les ha parecido lo que escribo”.
¡Claro! Es lo más bonito.
A veces no llega, muchas veces de hecho. Somos vagos. No comentamos normalmente muchas de las entradas que leemos. Nos da pereza, vergüenza, lo que sea. A mi a veces me pasa, no lo niego. Pero fíjate; estás consumiendo algo de manera gratuita que alguien ha compartido de forma generosa y desinteresada contigo. Y sólo te pide un minuto de tu tiempo, para que le digas qué te ha parecido. Ese minuto, le lleva, me lleva, nos lleva a todos los que escribimos, a saber que no estamos solos, que alguien nos lee y le gusta lo que escribimos.
La consecuencia de no hacerlo ¿sabes cual puede ser?
Que el escritor se desmotive, se canse, y lo deje. A lo mejor muy cerca de poder conseguir su objetivo.
Una pena ¿no? Imagina que alguno de los grandes lo hubiera dejado por algo así.
O J.K. Rowling se hubiera rendido a la primera de cambio.
Ana Bolox escribió una entrada para su blog, del que alguna vez te he hablado, al respecto de «si se puede aprender a ser escritor». Son las reflexiones de Scott Bell y su propia experiencia plasmada en el libro “Plot and Structure”.
Mi opinión es que se puede. Yo mismo sigo aprendiendo, me sigo formando, y lo voy a seguir haciendo siempre que pueda. Y fíjate si creo en la formación, que junto a Ana y otros grandes escritores y blogueros imparto un curso de novela erótica.
Sí, erótica. No te lleves las manos a la cabeza.
Y lo hago por varios motivos, pero fundamentalmente:
Porque no me quiero sustraer a la idea de escribir de lo que me dé la gana. Expresarme y hacerlo en las condiciones que estime más oportunas.
¿Sabes por qué?
Porque a mi juicio el escritor también debe soliviantar. Narrar el mundo, de la manera que él lo ve. Si alguna persona lo comparte con él, fantástico, perfecto y sino, tener la posibilidad de contrastarlo con aquellos que no lo ven así.
El propio artículo de Katzen hace referencia a las acusaciones que tuvo que sufrir Nabokov como pedófilo tras publicar Lolita. No comento ya, las sufridas por Bukowski, y algunos otros más.
Nos dicen desde pequeños que tenemos que estudiar para tener un trabajo mejor, una estabilidad mejor, un mundo mejor, una casa mejor, un coche mejor, unos hijos más guapos y un perro que sea capaz de hacer el pino mientras te trae el periódico y las zapatillas al llegar a casa. (Lo he visto, no es broma. Es verdad que en los tebeos de Zipi y Zape, pero tampoco estábamos hablando del mundo real ¿o si?)
Scott Bell lo llama “La Gran Mentira”. Yo, que soy menos fino, digo que es “Una Puta mentira”.
Estudié Derecho por obligación. Lo he comentado en alguna ocasión.
Mi padre dijo que lo haría y, a pesar de que remoloneé con la idea, al final no supe, o no quise, o yo que sé, imponer mi criterio y acabé siguiendo el suyo. En descargo de mi padre diré, que lo hacía con su mejor intención. Y en detrimento mío diré, que no impuse mi criterio porque seguramente no tenía ni «pajolera» de lo que realmente quería hacer.
Pero yo ya escribía. Y también me decían mis padres que recopilase todos aquellos poemas y relatos y los publicase.
¡Fíjate! Pocos escritores, muy pocos, han tenido y tienen ese apoyo familiar. Pues yo lo tenía, y lo tengo.
¿Qué hice?
Ni puñetero caso. Otro error.
Porque no me consideraba bueno. Porque no creía que contase algo digno de ser leído por nadie. Porque no estaba a la altura de los que lo hacían.
Una gilipollez muy grande. No cometas tú, el mismo error.
En el año 2002 publiqué mi primer libro de poemas. Hasta la fecha el único que he publicado.
¿No tengo ninguno más?
Tengo terminados cuatro.
¿Por qué no los has publicado?
Todo a su momento. Ahora sí tengo claro lo que quiero.
Lo terminé mientras trabajaba por la noche de guarda en un garaje y finalizaba la carrera para poder independizarme. Esa es la realidad.
No tenía ni idea de cómo se hacía la promoción, de dónde lo podía mover, de a quien podía dirigirme, ni de qué hacer para poder seguir ese camino.
¿Resultado?
Un vacío de tres años hasta que consentí volver a escribir algo publicable.
Tras eso, diez años olvidado de la idea de querer ser escritor porque había que centrarse en algo serio como ganar dinero y vivir bien.
¿Resultado?
Desazón constante y sensación de vacío interior muy grande por no estar haciendo realmente aquello que a mí me gustaba.
En este ínterin, buscas de una manera sorda, que alguien te descubra, llegue el hada madrina con una varita mágica te toque y haga en ti el milagro famoso que te convierta en un autor superventas que te permita ser tremendamente feliz, dichoso y venturoso por los siglos de los siglos.
Pues eso no pasa. Siento ser tan cruel y sacarte de la fantasía, pero la realidad es como es.
¿Qué me lleva a tomar esta decisión?
Dar con dos personas como son Raimon Samsó y Sergio Fernández. A través de mi amiga Susana Benito, supe de su existencia. Leí lo que decían, asistí a sus charlas y me formé con ellos.
Nada es ipso facto, ahora y de la noche a la mañana. Eso también tuve que aprenderlo y poner los pies en la tierra. Con ello entendí que no podía tirarme otros diez años más a verlas venir, sin intentar escribir mis historias.
¿Cuál es el freno que tenemos para hacerlo?
El MIEDO. A muchas cosas. A casi todo.
¿Lo harías igual?
Seguramente no. Cambiaría cosas.
Por ejemplo, te aconsejo que no te lances a por tu sueño sin tener detrás algo que pague tus facturas.
¿Pero no has dicho antes…?
Sé lo que he dicho, pero ¿sabes qué pasa?
Que la ansiedad es un mal consejero para escribir. Y si tienes ansiedad por terminar, por publicar, por ganar dinero, por vivir de esto… lo normal es que no consigas nada.
¿Por qué lo sé?
Porque lo estoy viviendo en primera persona. Marqué un objetivo erróneo queriendo escribir mi novela, la que estoy escribiendo actualmente, y he tenido que reconducirlo. Me dije que lo haría en tres meses.
¿Pero eso es posible?
No lo dudo. La semana pasada hicimos un juego en el Twitter de Ateneo Literario: ¿Cuántas palabras puedes escribir en una semana?
Yo rocé las 17.000. Pero no es cuestión de cantidad, es cuestión de calidad. Y de disfrutar del proceso. Y yo estaba empezando a no hacerlo.
En el cartel de anuncio del Festival de Fantasía de Fuenlabrada, dos de las personas de las que anuncian su presencia son José Antonio Cotrina y Gabriella Campbell. En él, de Gabriella dice que: “es escritora y mercenaria de las letras en general”. En su bio de Twitter ella misma afirma que “escribe por placer y por dinero”.
Es simplemente genial.
Cuando empecé con mi blog, después de estudiar con un grande del mundo blogging como es Franck Scipion, la cagué. Es así de simple.
Este es mi tercer blog. Persevera.
En el anterior, que seguro has visitado antes, llegué a tener más de 1500 visitas mensuales. Para mí era una pasada, estaba emocionado, estaba generando comunidad y la cosa iba bien. Escribía relatos, poemas, los compartía todos, artículos, reflexiones. Un batiburrillo de cosas que…no te cuento.
Decidí cambiar porque no tenía tiempo para hacer lo que quería, que era escribir mi novela y eso que paso cerca de 12 horas diarias delante del ordenador.
¿Qué ocurrió?
Que la cagué de nuevo. Una vez más y para no perder la costumbre. Hice mal la migración, perdí todas las personas que tenía suscritas a mi blog y a mi newsletter por un error con el servidor y no comuniqué bien el cambio a mi nueva plataforma.
Resultado: Suerte el mes que consigo superar las 600 visitas.
Consecuencia: Sí, claro que se me ha pasado por la cabeza tirar la toalla y dedicarme a otra cosa, pero ¿adivina?
Que no me voy a rendir.

Escribir es como escalar una pared escarpada. Es difícil, pero siempre hay pequeños salientes donde agarrarte.
¿Por qué?
Porque hago lo que me gusta. Porque a pesar de la ansiedad que conlleva ponerte delante de la hoja y no escribir nada que te parezca decente, hablar a voz en grito con tus personajes como si estuvieras loco ante la mirada extrañada de aquellos que están a tu lado y no comprenden porque en mitad de la biblioteca de tu barrio le gritas a tu ordenador. A pesar de levantarme todos los días a las 6 de la mañana y quedarme dormido todas las noches con un libro sobre el pecho, a pesar de eso:
1. Soy feliz escribiendo y mi novela está al 60%. Podría estar más avanzada es cierto, pero también podría no estar. ;P
2. Mi decisión de dejarlo todo y dedicarme a escribir me ha llevado a conseguir colaborar con una página como Factoría de Autores y otra como Ateneo Literario. Hecho del que estoy tremendamente orgulloso.
3. He publicado artículos en revistas literarias como “Crow Magazine” y “Niebla”.
4. Tengo mi propio canal de Youtube. ¿Quién me lo iba a decir a mí que odio ponerme delante de una cámara?
5. He conocido y colaborado con personas maravillosas a las que he desvirtualizado como Ana González Duque, Concha Perea, Teo Palacios, Ana Bolox, Guillermo Jimenez, David Olier, Enrique Laso, Mercedes Pinto, Aranzazu Lorenzo, Gabriella Campbell… y lo que me queda y las que me dejo por nombrar que también son estupendas.
6. Formo parte de El Libro del Escritor y he colaborado con un proyecto que me hace una ilusión tremenda, que pronto verá la luz, junto a escritores/as maravillosos y que me ha permitido crecer una barbaridad como profesional.
7. Tengo mi propio podcast de radio on line, junto a otros compañeros y compañeras geniales, en el que locuto mis propios relatos de contenido erótico y que esperemos que siga creciendo hasta dónde sea posible… ya veremos.
8. He adaptado la obra de teatro de Buero Vallejo “Historia de una escalera” para poder representarla y espero dirigirla, junto a otros compañeros y compañeras fabulosos de un talento enorme y que acudieron a un taller, simplemente por afición. Es genial.
9. Escribo una media de dos/tres relatos semanales de unas 1000 palabras cada uno, más dos entradas para este blog y los mencionados antes.
10. Tengo la suerte de haber conocido a personas que para mí son inspiradoras e impresionantes dentro del mundo del libro como son Carles y Juan Luis, de los que aprendo y con los que me río muchísimo siempre que nuestras obligaciones nos lo permiten. ¡Qué pena que cada uno estemos en una punta, amigos!
11. Y mis chicos y chicas del grupo de Fantástica, con los que ya estamos perfilando un proyecto de relatos que esperamos os gusten mucho.
12. Y finalmente a ti, que me lees. Que eres lo más importante para mí, aunque no lo creas, y sin el cual, todo esto no tiene mucho sentido porque el motivo de escribir, es que me leas. 😉
Ya no voy a hablar más de mí porque parece una entrada curricular, pero tenía su sentido y espero que sepas comprenderlo. El motivo de todo esto es que si yo puedo, tú también puedes. Y cuando pienses que no vas a poder, estoy aquí. Recuerda que puedo ayudarte, ya he pasado por ello.
Hoy te voy a pedir algo contrario a lo que normalmente te pido. No compartas, no comentes nada, porque seguramente, esta entrada no te aporta nada, ni te enseña más que las locuras de este escritor zumbado que no hace más que tropezar siempre con las mismas piedras.
Pero ten clara una cosa: Siempre, siempre, siempre, ME LEVANTO y VUELVO A INTENTARLO DE NUEVO CON UNA SONRISA EN LA CARA.
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